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Etapa 13. Itero de la Vega – Villalcázar de Sirga (27,6 km)

EL CANAL DE CASTILLA Y EL PÁRAMO PALENTINO

Viernes 13 de septiembre de 2013

Eran las 5:30 pasadas y me desperté al escuchar al holandés cómo se preparaba para salir. A pesar de tener los tapones, siempre se escucha un mínimo de ruido. Intenté dormir algo más pero enseguida Patricia, la señora francesa, también empezó a prepararse. Esperé pacientemente a que acabara y así pude recoger mi saco y prepararme sin agobios. Necesitaba ir al servicio para vaciar la vejiga, así que tras recoger el saco fue lo primero que hice. El servicio del piso de arriba es pequeñísimo, menos mal que aún dormía mucha gente, porque si no se deben de formar unas colas bastante majas. Al entrar agarré el pomo para cerrar la puerta hacia mí y no sé si fue el exceso de ímpetu o las malas condiciones del pomo, pero el caso es que éste salió disparado y rebotó un par de veces hasta caer ¿a que no sabéis dónde?. Pues sí amigos, ahí mismo, dentro de la taza del váter. No sabía que hacer primero, si mear o estudiar la manera de sacar eso de ahí. Me parecía fatal dejar el pomo ahí dentro, así que aprovechando un hierro que había cerca del lavabo y que no sé muy bien qué hacía ahí, tuve que usar mi habilidad y jugar al famoso juego de “saca un pomo de dentro de un váter”. Por suerte conseguí sacarlo enseguida, vacié la vejiga, llené el Camelbak en el grifo del lavabo, y salí de allí cuanto antes para evitar posibles marrones. Mientras meaba me fijaba en un cartel que había pegado en la mampara de la ducha: NO FUNCIONA. Vamos que el baño estaba para el arrastre. Un albergue que como dije no es el peor, pero necesita un lavado de cara urgentemente si no quieren empezar a dejar de perder clientes.

Saliendo de Itero de la Vega

Salgo de Itero de la Vega con las escasas luces que veo de las farolas y cruzo una carretera comarcal que a esas horas está desierta. Comienzo el día caminando solo, al igual que ayer. La carretera es una recta infinita que se pierde en el horizonte, al igual que los caminos por donde voy pasando, y justo en la lejanía se aprecian las lejanas luces de un coche.

Carretera infinita

Está empezando a amanecer y hace bastante frío. Camino un par de kilómetros mientras las primeras luces del día me permiten ver el canal de riego del Pisuerga, que queda a la derecha del Camino. 

Caminando hacia Boadilla

Ha amanecido un día raro, un tanto nuboso, pero la temperatura es perfecta para caminar. Aprovecho para apretar el ritmo y ganar tiempo antes de que lleguen las temidas horas centrales del día. Este septiembre se está presentando más caluroso de lo habitual y en estas etapas ya sabemos que el calor es un enemigo a tener muy en cuenta.

Canal del Pisuerga, cartel

Durante 8 kilómetros camino junto al canal del Pisuerga y a campos de girasoles, y voy pensando en algo importante en lo que ya me había dado cuenta días atrás.

Canal del Pisuerga

Muchos pensamos que cuando vienes a hacer el Camino pasas ratos en los que estás solo, momentos para estar contigo mismo y para pensar mientras caminas. Es cierto que aunque últimamente el Camino esté un poco masificado durante ciertos meses respecto a hace 10 o 15 años, hay momentos que los pasas con la única compañía de tu mochila, tus bastones y tu sombra. Pero no necesariamente dedicas todo ese tiempo a pensar sobre cosas como el sentido de tu existencia, en cómo se te presenta el futuro, en recapacitar sobre tus actos, o en cómo es tu vida allí donde resides y qué te gustaría cambiar. Eso pensaba yo antes de empezar el Camino, pero me he ido dando cuenta de que no es así, al menos no necesariamente. Desde hace un par de días vengo pensando que lo realmente maravilloso del Camino es que te das cuenta de que no estás pensando en nada. No hay problemas que te bloqueen, que te hagan sentir mal o que te agobien. Muchas de las preocupaciones que tienes en tu día a día desaparecen por completo, prácticamente no te vienen a la mente, y si lo hacen se van sin tardar mucho. Hay algo mucho más importante que todas esas cosas y eres tú mismo y ese momento. La relación que vives en ese instante con todo lo que te rodea, por pequeño que sea el detalle: el silbido del viento cuando mueve las ramas de los árboles, el silencio del campo antes de un amanecer, andar totalmente a oscuras, una bandada de pájaros, el ruido del agua de un río que siempre quieres que te acompañe, campos infinitos de girasoles, piedras de unas ruinas históricas que hacen que te pares y pienses cómo sería eso hace vete a saber cuándo, lo bonito que es un cielo azul, lo agradable que puede ser un día nublado, lo estrecho que es el camino, si hay muchas piedras, el repecho que se nos presenta, la pendiente insufrible, el caminar bajo la lluvia… Probablemente hayamos visto muchas de esas cosas alguna vez, pero nunca de esa manera tan intensa, nunca despertando esas emociones y sentimientos, y sobre todo no te hacen olvidar todo lo demás para centrarte justo en esas cosas. Aprendes a concentrarte justo en lo que haces y en las cosas que te rodean en ese momento o en el esfuerzo que pones en llegar a los sitios que te has propuesto.

Llanura palentina

En eso voy pensando hasta superar los 8 kilómetros que hay hasta Boadilla del Camino, pueblo pequeño que me parece igual de insulso que Itero de la Vega, con un estilo de construcciones bastante poco agraciado. Pero a pesar de eso, como suele ocurrir con muchos pueblos del Camino, tiene mucha historia a sus espaldas.

Boadilla del Camino

Sus orígenes se remontan al siglo X, cuando fue repoblada por el conde Fernán Armentález en tiempos de reconquista. No será hasta el siglo XV cuando se construyan sus principales edificaciones que hoy en día podemos visitar, como la iglesia de Santa María de la Asunción, del siglo XVI, que se construyó sobre una anterior iglesia románica del siglo XIII y de la que hoy sólo quedan una pila bautismal y algunos restos en el campanario.

Iglesia de Boadilla

Dentro tiene un retablo barroco con obras de discípulos de Berruguete, y otro neoclásico del siglo XVIII. Otro edificio histórico es el antiguo hospital de peregrinos del siglo XVI, que fue fundado por Antonio de Rojas, un ilustre vecino que llegó a ser obispo de Mallorca, Palencia y León, Arzobispo de Granada, Primer Patriarca de Indias y Presidente del Consejo Real durante el reinado de Carlos I. Por último destaca el rollo gótico del siglo XV, monumento que se levantó como símbolo de la autonomía que Enrique IV le dio a Boadilla del Camino, por la que dejaba de depender de los señores de Melgar de Fernamental y Castrojeriz.

Boadilla, rollo jurisdiccional

Está decorado con motivos animales, angelitos y elementos asociados al Camino de Santiago. Otro personaje importante fue Nicolás de Bobadilla, uno de los fundadores de la Compañía de Jesús en el siglo XVI, que marchó a Alemania e Italia a propagar las ideas de la Contrarreforma.

Mientras echo algunas fotos me desoriento y pierdo de vista las flechas amarillas. Entro a preguntar a un albergue que se llama «En el Camino», con muy buena pinta, y su dueña me indica muy amablemente.

Albergue de Boadilla

Dejo atrás la calle Mayor y tras una zona bastante fea de naves y almacenes me encuentro con el Canal de Castilla, una obra de ingeniería del siglo XVII apoyada por el Marqués de la Ensenada, aunque la idea original ya se había desarrollado un siglo antes.

Canal de Castilla

El objetivo era dar a Castilla una vía navegable principalmente para transportar el cereal hasta el Cantábrico.

Canal de Castilla 2

Posee tres ramales que se fueron construyendo en diferentes fechas, siendo el ramal norte el que yo estoy viendo.

Canal de Castilla, cartel

Mientras camino me voy fijando en varias esclusas que hicieron para salvar algunos desniveles entre tramos, puentes para cruzar el canal e incluso almacenes o graneros.

Canal de Castilla, sistema de esclusas

El Canal quedó en desuso definitivamente a finales de los años 50 con la llegada del ferrocarril a la zona. Desde entonces se usa para abastecer de agua a los campos colindantes y a las poblaciones ribereñas. Camino unos 3 kilómetros en paralelo al Canal de Castilla, rodeado de campos de maíz, y entro en Frómista tras cruzar un puente muy estrecho que da un poco de vértigo.

Canal de Castilla, puente

Los orígenes de Fromista se remontan a épocas célticas, cuando habitaba esta zona la tribu de los vacceos. Su nombre original fue ‘Frumesta’, ya que era una zona rica y fértil en cereales.

Frómista

Fue un pueblo importante en época visigoda y desapareció con el dominio islámico. Repoblado en el siglo X, vive una época de esplendor que coincide con la construcción de su auténtica joya, la iglesia de San Martín. Después va decayendo a partir del siglo XV, justo cuando el Camino de Santiago empieza a caer en el olvido. Al ser un final de etapa clásico según el «Codex Calixtinus”, tuvo varios hospitales para atender a peregrinos y también muchas posadas dónde acogerles.

Entrada a Frómista

Paso bajo las vías del tren y llego al centro urbano donde veo una plaza en la que hoy parece haber mercadillo. Junto a un puesto de zapatos regentado por gitanos veo un letrero de información turística. Junto al mismo hay una cafetería que por lo que se ve en el cartel tiene mucho sentido del humor: «especialidad: relaxing cup of café con leche».

Cafetería con humor en Fromista

Entro a la oficina, donde me recibe un señor educadísimo y muy amable que no sólo me sella la credencial, sino que además me explica la historia del Camino de Santiago, su evolución e incluso me da alguna referencia bibliográfica que no dudo en apuntarme. Al salir de la oficina voy a una plaza contigua a la anterior a visitar la iglesia de San Martín, joya arquitectónica del siglo XI que nos muestra un románico perfecto.

San Martin de Fromista

Está tan bien conservada y rehabilitada que parece que hemos viajado en el tiempo, tanto que es una de las iglesias románicas que mejor se mantiene de toda Europa. Recuerdo perfectamente haberla estudiado en Historia del Arte cuando iba a COU, es la típica iglesia que solía salir en los libros de texto, y de hecho estoy casi seguro que cayó en algún examen.

San Martín de Fromista, torres

Aprovechando que ha empezado a salir el sol, me siento en un banco a contemplar la iglesia sin ninguna prisa, mientras como unos frutos secos que llevaba en la mochila. La iglesia fue encargada por Doña Mayor de Castilla (viuda de Sancho de Navarra) y tiene la particularidad de tener dos torres cilíndricas, tres ábsides, y un cimborrio octogonal, algo nada propio del románico de la zona.

San Martín de Fromista, interior

Antes de irme echo varias fotos y pienso en entrar dentro, pero al tener que pagar entrada y ver cómo entra una excursión enorme de extranjeros, decido seguir adelante y visitar la otra iglesia del pueblo, también famosa. Se trata de la iglesia de San Pedro, del siglo XV, gótica con portada renacentista y una particular torre.

Iglesia de San Pedro, Fromista

Iglesia de San Pedro, Fromista 2

Iglesia de San Pedro, Fromista 3

Retomo el Camino hacia el arcén de la carretera que lleva a Carrión de los Condes, y llego a un punto donde hay que jugársela un poco cruzando un par de rotondas y un puente sobre la A-67.

Carretera a Carrión

Cartel del Camino junto carretera a Carrión

A partir de aquí comienza la peor parte de la jornada, una pista que discurre paralela a la carretera comarcal y que está llena de molestísimas piedras, que entorpecen cada paso que damos y que incluso en algunas pisadas me hacen sentir levemente el dolor del lateral de la rodilla que había superado ya muchos días atrás.

Saliendo de Fromista

El calor empieza a apretar de lo lindo y se me hacen muy largos los algo más de 4 kilómetros que hay hasta llegar a Población de Campos. Un poco antes de llegar al pueblo saludo a un señor mayor que hay sentado a la sombra de unos árboles que están junto a la pista. Al otro lado de la carretera, junto a una alameda está la Ermita de San Miguel, románica del siglo XIII.

Ermita de San Miguel, Población de Campos

Me paro a preguntarle si falta mucho para llegar a Villalcázar y si el camino es todo el rato igual. Muy amablemente me contesta que me faltan unos 10 kilómetros y que la pista es constantemente así. Charlamos un rato y al notarle un acento un tanto diferente al que voy escuchando por la zona, le pregunto que si es de allí. Me contesta que nació allí, pero que se marchó a trabajar y a vivir a Irún ya hace muchos años y viene en los puentes y en la época de vacaciones. Me marcho preguntándome qué pensará ese hombre ahí sentado, mirando pasar los coches y ese campo infinito, probablemente lo que para muchos nos parecería aburrido a él le traiga buenos recuerdos de su juventud. Puede incluso que se siente ahí para ver pasar peregrinos y charlar con algunos que se han parado como yo.

Población de Campos

El origen de Población se remonta a un asentamiento vacceo y una posterior villa romana, según restos encontrados años atrás, y se empieza a tener constancia de ella desde finales del S. IX, en época de repoblación. Probablemente tuviera murallas y un castillo para su defensa aprovechando que está en un alto, de hecho su barrio más elevado se llama Barrio del Castillo. Entre el siglo XII y principios del XIX, Población fue señorío de la orden de Malta, ya que el rey Alfonso VII entregó la villa al Maestre de la orden de San Juan (posteriormente Órden de Malta). Esto finalizó a finales del siglo XIX cuando se abolió el régimen señorial en las Cortes de Cádiz. El estado incautó los bienes y los vendió en subasta pública.

Población, Ayuntamiento

El Camino de Santiago pasa por Población desde el siglo X, incluso llegaron a existir en la Edad Media dos hospitales: el de Nuestra Señora de la Misericordia y el de San Miguel. Cuentan con orgullo sus habitantes que un tal Pedro Gutiérrez, vecino del pueblo, acompañó a Colón en el descubrimiento de América. En población destacan dos lugares a visitar. El primero es la iglesia de Santa María Magdalena, barroca del siglo XIV, con una torre del XVII, y reformada en los siglos XVI y XVIII. En su interior hay una pila bautismal del siglo XIV y varios retablos barrocos.

Iglesia de Población

Es posible que se construyera encima de la antigua fortaleza de los caballeros hospitalarios. Se incendió en 1985 y acabó de restaurarse en 1989, aunque se perdieron algunas obras de valor. El otro lugar por donde os podéis pasar a echar alguna foto (aunque yo por cuestiones de tiempo no pude pararme) es la ermita de Nuestra Señora del Socorro, de los siglos XII y XIII y únicos restos de los siete siglos de dominio sanjuanista. Estaba junto a una iglesia llamada de San Pedro que se acabó derruyendo. Está por debajo del actual nivel del suelo por el que pasamos.

Río Ucieza a su paso por Población

Dejo atrás el pueblo y antes de cruzar el río por su hermoso puente veo otra alternativa para llegar a Villalcázar, que es ir por Villovieco, aunque yo la descarto porque sólo se pasa por este pueblo y al ser los mismos kilómetros tampoco me quiero desviar de la ruta original.

Carretera de Frómista a Carrión

No hay ni una sola curva, la pista es una línea recta perfecta con unos hitos de piedra que se van sucediendo cada ciertos metros.

Pista junto a la carretera hacia Carrión

Retomo la pesada pista, ya con un calor bastante insoportable, y pongo la directa hasta llegar a Revenga de Campos.

Revenga de Campos

Este pequeño pueblecito se funda junto al río Uciega en el siglo X. Lo único destacable de Revenga aparte de ser paso del Camino de Santiago desde el siglo X, es la iglesia de San Lorenzo, barroca del siglo XVI y con retablo del XVII.

Iglesia de Revenga de Campos

También es conocido por ser el pueblo natal del General Bartolomé Amor, famoso héroe de la Independencia en esta comarca, que está enterrado en el cementerio del pueblo con un monolito en su honor.

Revenga de Campos, calle

A unos 2 kilómetros de Revenga por el mismo monótono andandero me encuentro Villarmentero de Campos, población a la que bien podríamos llamar aldea, pues cuenta tan sólo con 14 habitantes.

Villarmentero

El origen del nombre viene de la unión de “villa” (lo que hoy llamaríamos finca) con el nombre de la persona que la regentase, en este caso Armentarius, nombre de origen visigodo.

Iglesia de Villarmentero

Ya en el siglo XIII se menciona como lugar de paso del Camino, con su iglesia de San Martín, con artesonado mudéjar del siglo XVI y retablo plateresco. También se dice que había un hospital junto a la calle principal el cual no veo que se haya conservado.

No me cruzo ni a una sola persona por la calle principal que atraviesa las escasas casas que hay en el pueblo, salvo a una chica que está asomada a la puerta de su casa y que se me queda mirando como si hubiera visto a un marciano. El trayecto de Fromista a Villalcázar es uno de los más pesados y aburridos del Camino, pero se puede llegar a convertir en pesadilla si te toca hacerlo con un calor que roza los 40º y todo tipo de insectos salen a tu paso. Dentro de estos insectos los que me hicieron la vida imposible hasta llegar a mi destino fueron las moscas, las miles de moscas que se posaban constantemente en la cara, en la boca, en los ojos, en el cuello… Es más, alguna incluso se llegó a meter por dentro de las gafas o por la nariz.

Llegando a Villalcázar

Es difícil de describir el nivel de cabreo que puedes alcanzar en estos momentos en los que llevas todo el día andando solo, estás asfixiado de calor, te duelen los pies, el paisaje es monótono y lo único que te hace falta es que un puñetero ejército de dípteros venga a tocarte las narices. Hubo momentos que me paraba y daba bastonazos al aire intentando atizar a alguna. Creo que la mosca se lleva el premio al animal más pesado de todos, no hay otro que le supere.

Villalcázar de Sirga

Tras 4 kilómetros interminables de sufrimiento y cabreo, llego a Villalcázar de Sirga. Este pueblo perteneció a la orden del Temple y debió ser importante en su momento al disponer de la espectacular iglesia de Santa María la Blanca, que estuvo fortificada (de hecho aún se conservan restos de almenas).

Iglesia de Villalcázar

Fue construida por la Orden de los Templarios a finales del siglo XII, en la transición del románico al gótico y se continuó en el siglo XIV. Alfonso X el Sabio compuso las Cantigas de Santa María inspirándose en una de las imágenes que se guardan en el templo. El nombre de Villalcázar significa finca con palacio o fortaleza, y la parte de Sirga es la forma con la que se llamaba a un camino en la Edad Media. En el siglo XI se llamaba ya Villasirga porque ya por aquel entonces pasaba el Camino junto aquí.

Observo que el albergue municipal está cerrado, por lo que entro a preguntar al bar de la plaza junto a la Iglesia. Al abrir la puerta ocurre lo típico, como si estuviéramos en el oeste. Todos mirando a ver quién es el que acaba de entrar y qué pintas trae, y debieron de flipar, desde luego, lo que no entiendo es que no estén más acostumbrados. Me dicen que algo más abajo hay un restaurante que también es albergue. Saliendo del bar llego a la Plaza Mayor, y allí me encuentro con la iglesia y con un famoso restaurante de la zona conocido como «Mesón de Villasirga», en cuya entrada han colocado una estatua de un peregrino comiendo.

Mesón de VIllasirga, estatua

Lo dejo a un lado y continúo calle abajo, hasta que al fin encuentro el albergue que es también bar-restaurante. Pregunto a una chica jovencita muy simpática que hay en la barra y que me lleva hasta la que será mi cama esa noche.

Albergue de Villalcázar

El albergue se llama Casa Aurea, cuesta 7 € y tiene una pinta tremenda, todo super nuevo, con patio con jardincito incluido, duchas de lujo… También tiene hostal, casa rural y restaurante. Al llegar me encuentro a Ulisses y a Tsubasa, así que todo genial. Mientras saco las cosas de la mochila vuelve a entrar la chica con Patricia, la mujer francesa que fue compañera de habitación ayer en Itero, y muy contenta por la coincidencia exclama: “¡Pepe!”, con lo que la chica del albergue se queda alucinada y dice: “¿La conoces?, pero si dice Pepe y todo”. Risas generalizadas del personal en ese instante.

Albergue Villalcázar

Al quitarme las zapatillas para irme a duchar me di cuenta de que me han salido las dos primeras ampollas importantes y tengo una herida en un dedo que ha debido de estar sangrando. Por suerte no era muy molesta, pero me duró varios días. Tras la reparadora ducha y el habitual lavado y tendido de ropa me dirijo al restaurante a comer el ya clásico plato combinado, compuesto de huevos fritos, patatas, chorizo y vino. De postre me tomo un patxaran mientras me siento en un banco que hay junto al albergue a tomar el sol y a charlar con Tsubasa, que mientras tanto trata de hablar con su novia. Además el WiFi alcanza y tengo batería en el móvil, o sea que ya tengo para echar el rato.

Después de haberme reído un montón con Tsubasa escribo un poco el diario antes de la cena, y sobre las 19:30 vuelvo al restaurante a cenar con Ulisses un menú de 10€ compuesto de sopa de ajo, pollo asado, vino y postre.

Sopa castellana en Villalcázar

Después de cenar me quedo charlando con Tsubasa y Ulisses un buen rato mientras tomo un patxarán. Cuando salimos son ya más de las 21:30 y ha oscurecido.

Anochece en Villalcázar

Voy al albergue a recoger la ropa y me voy a dormir, que mañana la etapa es muy larga, pinta muy dura y se prevee bastante calor, por tanto tendré que madrugar más de lo habitual.